El uso medicinal y recreacional de la marihuana: las víctimas colaterales | La Nota Latina

El uso medicinal y recreacional de la marihuana: las víctimas colaterales

La semana pasada una de mis mejores amigas llegó de vacaciones luego de pasar dos semanas en Alaska y Canadá. Además de contarme sobre los majestuosos paisajes, me habló de la sorpresa que se llevó al ver el uso generalizado de marihuana en comparación al viaje que había hecho hace cinco años. En consecuencia, ella y su esposo tuvieron que recurrir a mentiras para disfrazarle a sus hijos, de 12 y 10 años, el inconfundible olor de la sustancia psicoactiva.

Alaska es uno de los ocho estados de EEUU en los cuales el uso del cannabis, en todas sus formas, es legal. Inicialmente, en esos estados la legislación autorizó la marihuana solo con fines medicinales, pero como era de esperarse, ésta fue el Caballo de Troya de la progresión de la ley hasta aprobarla para uso recreacional.

De antemano quiero aclarar que, no juzgo el uso de la marihuana para ningún fin. Si es para curar un dolor, solamente la persona que lo padece sabe en qué medida le ayuda a manejar su condición. Y si es para divertirse, como dice el dicho, “Al que le gusta le sabe“, siempre y cuando sea mayor de edad y no manipule a nadie más.

Lo que si juzgo, y con vehemencia, son los casos de intoxicaciones accidentales con marihuana o sus productos derivados en infantes y niños menores de edad causadas por la negligente adicción de sus padres.

El pasado lunes la revista Pediatrics, avalada por la academia norteamericana de pediatría, AAP por sus siglas en inglés, publicó en su número de agosto un estudio realizado en Francia entre 2004 y 2014 titulado “Intoxicación No Intencional con Cannabis en Niños” (Unintentional Cannabis Intoxication in Toddlers).

Aunque la marihuana es completamente ilegal en Francia, éste es el país con el índice de consumo más alto en toda Europa. Los autores del estudio se concentraron en los casos de niños menores de seis años que fueron admitidos en 24 centros de emergencia pediátrica en 20 distritos a nivel nacional. Los resultados son escalofriantes:

De los 235 menores, 71% tenían 18 meses de edad o menos. Durante los 11 años del estudio, el aumento de casos de intoxicación que requirieron hospitalización se disparó 133%. El 72% de los niños se intoxicaron estando en casa de sus padres y el 75% fue por la vía de ingestión. 53% de los menores quedaron en estado de coma.

Otros síntomas registrados fueron convulsiones, taquicardia, falla respiratoria, falla renal, acidosis metabólica, altos niveles de azúcar, deshidratación, hipertensión, hipotensión y dilatación de las pupilas.

Ahora, en Estados Unidos, quienes se esfuerzan por argumentar que al reducir la criminalización de la marihuana todos los problemas se esfuman por arte de magia, también están equivocados.

El estado de Colorado legalizó el uso recreativo de la marihuana en 2014 y en los dos años posteriores, el número de casos de intoxicación de niños menores de dos años presentó un incremento de más del 100%, según cifras de 2017 del Hospital Infantil de Colorado.

Los niños pequeños, debido a su curiosidad innata, se están convirtiendo en las víctimas colaterales de la adicción de sus padres o personas a cargo de su cuidado. Los pequeños exploradores se llevan a la boca todo lo que tenga una forma o empaque colorido con imágenes llamativas.

Entonces, si se incrementa el acceso a esta sustancia psicoactiva en artículos comunes de la vida diaria, tales como cremas y golosinas, y se dejan al alcance de los pequeñitos, los accidentes son inevitables.

Al igual que Colombia, la Florida–estado en el cual resido–legalizó la marihuana con fines medicinales en 2016. Nada más en mi ciudad, los efectos de la nueva legislación ya se están haciendo evidentes con la proliferación de dispensarios en varios sectores.

Como madre de un niño de seis años me preocupo. El uso de la marihuana crece a pasos agigantados, no solo en la adolescencia sino en la población adulta. El compás moral de muchos padres perdió el norte y están criando a sus hijos sin ninguna dirección. Solo espero que mi hijo no me pregunte un día cercano, “Mami, ¿qué son las gomitas de cannabis?

Xiomara Spadafora
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