¿Por qué es importante expresar afectos positivos en la familia? | La Nota Latina

¿Por qué es importante expresar afectos positivos en la familia?

 

La expresión de afectos positivos, tanto verbal como conductualmente, puede considerarse un factor protector de la experiencia violenta y de muchos trastornos emocionales. Cuando el ser humano es capaz de expresar amor, cariño hacia otros y también recibir dichas manifestaciones, son muchos los beneficios que psicológica, fisiológica y socialmente se suceden.

Cuando hablamos de afectos en general, tanto positivos o agradables como negativos o desagradables, nos referimos a una experiencia subjetiva, interna. En el caso de los afectos agradables, se experimenta una especial complacencia con la vivencia, aunado a una inclinación a la consideración hacia la persona por quien sentimos afecto, al cual deseamos tener cerca, cuidar y complacer, sintiendo comúnmente cariño, amor o pasión. Hablamos de la polaridad positiva de los afectos, porque son ellas las que nutren y construyen anímicamente al ser humano, y es el interés de este artículo.  Aunque es importante precisar que los afectos incluyen ambas polaridades.

Los afectos poseen cualidad, intensidad y duración en el tiempo. La cualidad es la que permite la diferenciación entre un afecto u otro, por ejemplo: la admiración del cariño. La intensidad está evidenciada en la fuerza o energía con la que se manifiesta el particular afecto, como es el caso de la alegría que puede ascender a euforia. En cuanto a la duración en el tiempo, dentro de los afectos, las emociones son breves en su permanencia y está relacionadas con eventos particulares, como es el caso de la alegría y el entusiasmo; mientras que los sentimientos son afectos más duraderos y estables, entre ellos, el amor.

La expresión de afecto está influida por la cultura, contexto, y momento de vida. El ser humano posee la capacidad de expresar afecto, siendo éste moldeado en gran medida, por el ambiente que le rodeó como persona en formación y de allí, la importancia de la familia como estimuladora de esta capacidad. Invariablemente, la experiencia pasa por recibir el afecto directamente y en esa recepción, aprender el modo o estilo de expresión.

Los medios de expresión de los afectos son fundamentalmente el verbal y conductual. Indicadores verbales potentes de nuestro afecto son el tono de voz, uso de palabras y expresiones para dirigirnos a las personas queridas, acompañadas de acciones como el mantenernos cerca de ellas, con tendencia a la mirada y el contacto físico frecuente.

La experiencia de recibir afecto es tan temprana para el ser humano, que éste la recibe desde antes de su nacimiento. En su proceso de gestación, ya le son expresadas manifestaciones de cariño y aceptación; posteriormente al nacer, su vulnerabilidad hace proclive la recepción de expresiones de cariño físico y cuidados, acompañados de todas las emociones desarrolladas y acumuladas por la espera y los deseos de interactuar con el ser procreado. Dichas manifestaciones recibidas se traducen en un reservorio de experiencias afectivas que si bien se olvidan, son el antecedente del posterior patrón de intercambio afectivo del niño con sus padres.

En la medida que la interacción afectiva se evoluciona y el niño va tomando conciencia de ella, se va desarrollando en él, la experiencia de ser valorado, apreciado, cuidado, querido, es decir, sentir y pensar, que es un ser importante para sus padres y otros familiares. Dicha experiencia afectiva se retroalimenta con sus propias reacciones y respuestas afectivas, estableciéndose progresivamente, su modo de expresar los afectos. En todo caso, de la experiencia de recibir afecto se desprende la capacidad de expresarlo.

El experimentar afectos, tanto receptiva como expresivamente, agrega a la experiencia del niño riqueza emocional, desarrolla su estima y autoconcepto positivo, le provee habilidades en las relaciones con otras personas, le proporciona seguridad emocional que luego traduce en fortaleza y control de sus emociones y le evita los potenciales peligros existentes, cuando por carencia de experiencias afectivas, se hacen personas susceptibles a ser lastimados y a lastimarse, de diversas maneras.

Ahora bien, expresarle afecto a nuestros hijos y pareja, es una actividad que nunca termina mientras existe el afecto. Sin embargo, la manifestación cambia, en el caso de los hijos, dado su momento evolutivo, y con nuestras parejas, según las circunstancias que rodean la relación, aunque en ambos casos, debemos buscar los modos de testimoniar el afecto que estamos experimentando por ellos.

Se hace sumamente importante la expresión de afecto mutuo, de los adultos de la familia, en este caso, de la pareja-padres, porque no solo es indicativo de un estado de armonía que garantiza continuidad de la vida familiar tal como se conoce, sino que también, sirve de modelo a los hijos, del estilo de intercambio afectivo entre adultos, que luego reproducirá en gran medida, en su futura relación de pareja.

En el caso de los hijos, cuando son pequeños, el cargarlos, abrazarlos, besarlos, decirle que los queremos, cubrir sus necesidades, protegerlos cuando temen, acompañarlos y mimarles cuando se sienten enfermos, son expresiones abiertas de afecto que ellos reciben, en la mayoría de los casos, con mucha complacencia y retribuyen, en igual proporción de casos, por duplicado. Esta dinámica implanta la condición muy importante de la retribución en la expresión afectiva. Es decir, que el afecto es bidireccional, se recibe y se da y es así como se alimenta y se mantiene. Esta condición es importante, ya que los hijos deben aprender que es un proceso de intercambio y que su proceder incide en los afectos que otros poseen hacia ellos.

Las respuestas de nuestros hijos van disminuyendo en cantidad e intensidad, en la medida que ellos van creciendo, siendo la adolescencia y adultez joven, el período de menor expresión afectiva de los hijos hacia los padres. Sin embargo, como el proceso de sentir afecto por otra persona, no tiene un solo formato de manifestación, debemos modificar nuestras manifestaciones e identificar los estilos desarrollados por ellos y de este modo, también le enseñaremos, la variedad y adecuación de la expresión afectiva.

En la expresión afectiva es importante tener claro lo que sentimos por nuestros hijos, pareja y otros familiares, entender que es importante que este afecto no se quede solo en nuestra conciencia interna, que lo expresemos y que esa expresión, posea adecuación con el momento o necesidad de la otra persona, su edad y disposición a recibir afecto, pero también, que es un proceso recíproco, a través del cual se alimenta y crece.

Twitter/Instagram: @crispaz05

 

Cristina Paz
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