Todo apunta a que la mayor fiesta de Carnaval en el mundo se vea afectada este año por cosas tan carnales como la crisis económica, la plaga del Zika, la ausencia de patrocinadores, el aumento de los costos por energía eléctrica y la alta cotización del dólar.
La prensa brasileña hizo pública la noticia y es que existe temor porque el Carnaval en Brasil es prácticamente más que una tradición. Es vida, filosofía, música, pasión, una forma de identificar al brasileño. Y este año ni las máscaras de moda así sea de King Kong, Osama Bin Laden y hasta un policía japonés, han animado al público.
Una fábrica de máscaras advirtió que este 2016 los recibió con un disminución del 30% en las ventas. Así se pongan creativos, son otras las preocupaciones del brasileño frente a la fiesta máxima. La inflación es del 10,6 % y ha golpeado a los bolsillos de los amantes de esta fiesta carnestolenda. Y es que un disfraz típico puede rondar los 50 dólares o más.
A eso se suma la poca inversión de las grandes empresas y marcas que concentraron sus presupuestos de mercadeo en la Copa del Mundo del 2014 y ahora van por los Juegos Olímpicos de Río de Jainero, quedándose sin dinero para aupar la gran fiesta.
Un carnaval con sabor a dolor, crisis y lágrimas
Hasta las Escolas de Samba, como las de Porto Alegre han declarado que el 2016 será el más difícil de los últimos 30 años de fiesta carnavalesca. Se las ingeniaron pidiendo a sus seguidores ayuda para recolectar dinero y comprar materiales para carrozas y disfraces. Y parte de ese ingenio se tradujo en no usar material importado en la confección y armado de los lujosos trajes.
En tan sólo dos semanas se dará la apertura oficial en el Sambódromo y la gente que sí está animada ha apostado por disfraces como los de La Muerte. Contrario al resto del continente donde la gente se burla disfrazándose de sus políticos, en Brasil se usa para elogiarlos y en este año ninguno ha merecido esa distinción.
Mientras tanto, más de 48 ciudades de 8 estados brasileños anunciaron la cancelación de su fiesta tradicional por la terrible crisis económica que afecta al país y que ha mermado los recursos financieros de los municipios. A eso se le suma la ausencia de patrocinadores, el aumento en los costos de la energía eléctrica y la cotización del dólar que volvió a subir hasta 4,11 reales.
Este año Petrobras, tras los escándalos de corrupción que involucran hasta la propia presidenta del país, se ha mantenido alejado de la vistosa celebración. Así que la reducción de los patrocinadores ha sido drástica. Petrobras atenuó sus recursos para desfiles en un 36% respecto al 2015.
El portal de noticias G1informó que casi cincuenta localidades de Goiás, Minas Gerais, Paraíba, Río de Janeiro, Río Grande do Norte, Rondonia y Tocantins decidieron a última hora anular todos los preparativos para así poder hacer frente a sus obligaciones presupuestarias. Otras ciudades, la mayoría en el interior de Sao Paulo, cancelaron la festividad.
La otra gran razón: el Zika está haciendo de las suyas y es prácticamente la prioridad. La máxima autoridad sanitaria se ha declarado en emergencia frente al dengue, el chikunguña y el zika, enfermedades que se han disparado en el último año y que se transmiten por el mosquito Aedes aegypti. La muerte de los bebés con malformaciones por causa del virus Zika ha conmovido al país y se está llamando a las mujeres a evitar los embarazos al menos por dos años, mientras se trata de controlar el contagio del virus.
Y finalmente, sumándose a la racha negativa: las lluvias que han causado inmensos daños en los últimos días, lo que obliga a los gobiernos locales a intervenir con los pocos recursos disponibles en atender las reparaciones y ayudar a los afectados por las tormentas.
Simplemente, en Brasil, no hay clima de fiesta.
Fuente: Agencias de noticias
Fotos: www.pixabay.com
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