Los remiendos en nuestra existencia | La Nota Latina

Los remiendos en nuestra existencia

Yosmar Herrera
Yosmar Herrera, periodista.

Hace muchos años, cuando apenas contaba con cuatro meses de embarazo y esperaba con inmensa ilusión a mi primogénito, dedicaba todas las horas del día a prepararme para su llegada al mundo. Leía revistas especializadas en temas de paternidad intentando memorizar sus tips, así como también los valiosos consejos que aparecían en el libro del revolucionario pediatra Benjamin McLane Spock, mejor conocido como Doctor Spock.

Sus páginas mostraban descripciones específicas en cuanto a la crianza y al manejo de los primeros días del recién nacido. No sé si indicaba qué implementos se requerían para ponerlos en práctica, pero era evidente que debía hacerme de unos cuántos para ello.

Recuerdo, como si se tratara del día de ayer, visitar grandes almacenes de accesorios, juguetes y ropa infantil. Por sus pasillos visualizaba a mi querubín por nacer revolotear cual mariposa, y hasta deliraba al escuchar su algarabía al llenar el carrito de compras.

Todo eso se coló en mi memoria hace unos días cuando me senté con una taza de café a zurcir por enésima vez a Nane, un simpático y colorido oso de peluche que viajó de las estanterías de Toys “R” Us hasta instalarse en nuestras vidas. En casi 20 años de supervivencia Nane ha recorrido parte del globo terráqueo en brazos de mi hijo, y aún hoy sigue acompañándolo a la hora de dormir.

osito rojoCon cada hebra que daba para reparar al osezno, me causaba gracia recordar detalles sobre éste, como por ejemplo, de dónde sacó mi hijo su nombre. Resulta que él utilizaba el osito para nombrar las partes del rostro, pero no lograba decir la palabra nariz, sino que pronunciaba Nane. Desde ese momento lo bautizó Nane.

Nane ha librado muchas batallas a través de los años, y aunque ha sobrevivido, no ha podido evitar la desaparición de sus vivos colores, su suave robustez, los botones que hacían las veces de ojos, las bolitas de su traje y hasta su memorable nariz. En todos esos años fueron demasiadas las oportunidades en que debió pasar por mis manos para repararlo, remendando su acariciable tela, sin poder evitar su considerable deterioro. Sin embargo, eso no afectó jamás la manera en que mi hijo lo apreciara, lo amara. Para él, Nane siguió siendo su amigo, y como tal, este no había perdido su vivacidad, ni su “espíritu”.

Cada punteada me hizo pensar que nuestra existencia no es muy distinta a la de Nane. Con el pasar del tiempo se van diluyendo partes de las funciones de nuestro cuerpo; los sentidos decrecen en su agudeza y ni decir lo que recuerdan las neuronas en nuestro cerebro. Ahí es cuando necesitamos de “remiendos” de distinta naturaleza. No importa cuántos de esos remiendos habremos requerido a través de nuestra existencia, seguiremos teniendo la misma esencia y, lo más importante, siempre habrá alguien que nos ame.

¿A cuántos “remiendos” te has sometido en los últimos años?

Cuéntamelo, mientras nos tomamos un café.

Yosmar Herrera

CEO de seryhumano.com

@yosmarherrera @seryhumano

Instagram: @seryhumano

seryhumano.com

 

 

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