Emigrar: ¿Qué implica para nuestra mente y nuesto cuerpo hacer ese movimiento? | La Nota Latina

Emigrar: ¿Qué implica para nuestra mente y nuesto cuerpo hacer ese movimiento?

 

Viajar es volverse mundano

es conocer otra gente

es volver a empezar.

Empezar extendiendo la mano,

aprendiendo del fuerte,

es sentir soledad.

Poema Viajar  de G. G. Márquez

 

 

Ya sea por motivos personales, laborales o económicos , muchas veces la vida nos lleva por rutas alternativas.  Una de ellas es la de tener que dejar el país que nos vio nacer y crecer para comenzar una nueva etapa en alguna tierra que por cercana que sea, nunca será la propia.

Emigrar puede darse tanto de manera apresurada o largamente planeada y con alegría.  Pero, ¿Qué implica para nuestra mente y nuesto cuerpo hacer ese movimiento?

En el imaginario social se suele asociar al estrés con un evento negativo.  Sin embargo y paradójicamente, las situaciones felices y prometedoras también lo pueden generar.  Emigrar conlleva un sinfín de posibilidades y eventos para los cuales nuestra mente puede no sentirse preparada. Es entonces que se inunda de ansiedad por no poder anticipar respuestas, ya que carece de experiencias similares previamente vividas a las cuales ir a ‘buscar’ material.

El temor de sentirse fuera de control y con incertidumbre, son características comunes a los cuadros de ansiedad en particular cuando se trata de instalarse en  otro país, lo cual implica la preocupación por lo desconocido y de que algo malo suceda.  Esos pensamientos que nos asaltan acerca del cómo, dónde, con quién, etc generan emociones negativas que nos motivan a tener conductas que pueden ser nocivas para nuestro cuerpo.

La ansiedad en si misma puede causar dolores de cabeza, acelerar el ritmo cardíaco, dificultar la respiración, generar un aumento de la temperatura corporal, y otros.  Esto es muy habitual durante la mudanza, pero también meses previos, donde debemos encargarnos de cuadrar fechas, empacar, cuidar el presupuesto, despedirnos de quienes amamos, etc. Sentimos que debemos organizar cada detalle y estar altamente funcionales, pero puede suceder que nuestra maquinaria se desestabilice ante tanta presión.

Algunos  síntomas productos de esa desestabilización también pueden ser: colon irritable, estreñimiento, diarrea, ardor estomacal, reflujo; podemos estar insomnes, -aunque nunca nos haya pasado antes-, intolerantes, etc.

Ya ejecutado el desembarco en tierras extrañas y una vez instalados, parte de esa nebulosa se va disipando, pero también cede la adrenalina que nos sostenía.  Es entonces cuando podemos empezar a sentirnos cansados, tristes, con poca capacidad de concentración y con dolores musculares, entre otros.  En todos los casos, lo más aconsejable es consultar al medico clínico para descartar cuestiones orgánicas.

Habiendo hecho la consulta pertinente y confirmado que no es una enfermedad física, debemos proponernos reducir nuestros niveles de ansiedad.  Así el organismo responde adaptativamente, disminuye el malestar y sus efectos en nuestra vida cotidiana.

Nótese la importancia del ‘hacer’ como factor principal para quitarle protagonismo a la ansiedad ¿Qué puedes realizar para sentirte mejor en el momento en que las preocupaciones gobiernan tu cabeza? Salir a caminar, dar una vuelta en bici, cocinar, hacer jardinería, hablar por teléfono… por banal que parezca, cualquiera de estas sencillas ideas nos remueven del túnel en el que nos encontramos sin salida ante la duda de cómo será nuestro futuro en el país que nos acoge.

La opción Apple

Otra opción es intentar implementar la técnica Apple para lidiar con pensamientos negativos.

𝐴𝑑𝑚𝑖𝑡e: La presencia de esa incertidumbre porque te vas. Registra esa preocupación que aparece en tu mente y proponete debilitarla.  Exploraste todas las opciones, y te has decantado por irte a un nuevo país.  No te castigues por ello y apuesta tu energía en instalarte.

𝑃𝑎𝑢𝑠a: La reacción de siempre (llanto, ira, frustración). Trata de no reaccionar en absoluto. Frena y respira.  Todo tomará el tiempo necesario y eventualmente estarás bien.  No puedes anticipar lo que aún no conoces.

𝑃𝑟𝑒𝑠é𝑟𝑣𝑎𝑡𝑒: En un diálogo interno. Recuerda que es tu preocupación tomando la palabra, y esa necesidad de garantías en un nuevo lugar no es útil, posible ni constructiva.  Es 𝑠ó𝑙𝑜 un pensamiento automático que surge ante la ansiedad de un escenario completamente nuevo.

𝐿𝑖𝑏𝑒𝑟a: Ese pensamiento. No tienes que responder a él de ninguna manera. Podrías hasta imaginarlo alejarse flotando en una burbuja.

𝐸𝑥𝑝𝑙𝑜𝑟a: El momento presente. Porque aquí y ahora, todo está bien. Nota tu respiración. Mira a tu alrededor y fíjate qué ves, qué escuchas, qué puedes tocar y oler. ¿Listo? Ahora lleva tu foco de atención a otra cosa, a lo que tienes que hacer o a lo que estabas haciendo antes de la invasión. Y regálale tu atención completa. Full mind.

Si a pesar de los esfuerzos por sentirte mejor sientes que no lo logras, siempre estás a tiempo de hacer una consulta psicológica para hablar de lo que te sucede, adquirir estrategias y herramientas para sortear ese cambio impotante en tu vida que puede afectar tu salud emocional.

Foto portada: ByDaria Shevtsova from Pexels

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Romina Ciccarelli
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