Ya es formal. Desde este lunes 20 de Julio, Estados Unidos y Cuba formalizarán el restablecimiento de sus relaciones diplomáticas, con la reapertura de embajadas en Washington y La Habana, un evento histórico para ambos países y para el continente luego de 54 años de Guerra Fría.
Una vez más la bandera norteamericana ondeará en la mansión de piedra caliza que hasta ahora llevaba el nombre de Sección de Intereses de Cuba en Washington. Este lunes se oficiará la ceremonia donde el canciller cubano, Bruno Rodríguez, develará también una placa con el nuevo estatuto de la legación y se celebrará un acto muy especial con unas 500 personas en el centenario edificio, ubicado en línea recta de la Casa Blanca. Acto seguido, el primer canciller cubano en Washington desde 1959, se reunirá luego con su par estadounidense, John Kerry, en la sede del Departamento de Estado, donde también se izará el pabellón cubano.
Los cambios previstos para transformar el histórico edificio de hormigón se hicieron calladamente. Sin mucho alarde. Es el cierre final a la Guerra Fría en el continente americano.
La reapertura de embajadas entre ambos países ha sido vista por los expertos en relaciones diplomáticas como el primer avance concreto desde que se anunciara el descongelamiento de las relaciones en diciembre del año pasado. Raúl Castro ha dicho a la prensa que esta es la primera fase del proceso de normalización, aunque todavía está presente el embargo comercial contra Cuba, vigente desde 1962: “A partir de este 20 de julio comenzará entonces una nueva etapa, larga y compleja, en el camino hacia la normalización de las relaciones, que requerirá voluntad para encontrar soluciones a los problemas que se han acumulado en más de cinco décadas y afectan los vínculos entre nuestros países y pueblos”, añadió el mandatario.
Son muchos los temas en la agenda bilateral: aviación civil, ambiente, lucha contra el narcotráfico, así como el interés de educadores y empresarios estadounidenses en incrementar los intercambios. Tanto Estados Unidos como Cuba ya han manifestado interés en avanzar en el área económica por ejemplo, pero falta mucho por ver en cuanto a cómo el pueblo cubano logrará integrarse a pesar del modelo socialista férreamente controlado por el Estado.
La subsecretaria de Estado para América Latina, Roberta Jacobson aclaró que al principio la embajada estadounidense en La Habana funcionará en un entorno todavía restrictivo, pero la situación es un progreso frente al statu quo. La rigurosa vigilancia de policías frente al enorme edificio, construido en 1953 en la famosa costanera del Malecón, será reducida, la revisión de los visitantes pasará a manos de los estadounidenses y se respetará la inviolabilidad de la valija diplomática, señaló.
Otro gran avance es que los diplomáticos norteamericanos, como sus contrapartes cubanos en Washington, tendrán libertad de desplazarse por toda la isla y reunirse con diferentes sectores de la sociedad, sin requerir de una autorización del gobierno.
Más confianza, más inversión
Pedro Freyre, asesor legal de empresas norteamericanas en Cuba, declaró a la prensa que: “Todo esto generará ‘confianza’ en los empresarios estadounidenses, que ya no se sentirán en un territorio ajeno al intentar hacer negocios en la isla prohibida”.
Los cambios ya están en camino: la aerolínea estadounidense JetBlue comenzará a volar entre Nueva York y La Habana, Airbnb agregó a Cuba en su catálogo y Estados Unidos empezó a emitir licencias para empresas que operan servicios de ferry con pasajeros a la isla, a 150 kilómetros de la costa estadounidense.
Falta ver cómo los ciudadanos cubanos, con bajos ingresos per cápita, van a formar parte y participar en un modelo económico que es exigente. Por lo menos, desde la semana pasada cuenta con 35 zonas de navegación de internet inalámbrico WiFi en espacios públicos de varias ciudades en la isla. Medios locales publicaron la noticia, comentando que se redujo la tarifa actual de conexión a la red. Desde la céntrica avenida La Rampa, hasta el emblemático Malecón o el Cine Yara, dos parques en los municipios La Lisa y Centro Habana, el anfiteatro del barrio Marianao y el Paseo de la Villa Panamericana, en Cojímar, cuentan ya con zona WiFi.
Una historia compartida
Son pequeños los avances, pero es un gran logro para restaurar una relación entre dos países que tienen cerca de 120 años de historia común y sobre esto está centrado el esfuerzo de los gobiernos para fundar un nuevo tipo de relación. Esta historia común comenzó en 1898, cuando Estados Unidos intervino en la guerra de independencia de Cuba contra la corona española, por petición de los independentistas cubanos. Tras la derrota de España, se suscribe el Tratado de París, por el cual Madrid reconoce la independencia de Cuba y cede a Washington Filipinas, Guam y Puerto Rico.
Un gobierno militar norteamericano se establece en Cuba entre 1898 y 1902, año en que nace la república, pero antes de retirarse impone un apéndice a la Constitución cubana (La Enmienda Platt) que le otorga el derecho a intervenir militarmente, lo que haría nuevamente en 1906, 1909 y 1913.
También le garantiza la cesión a perpetuidad de terrenos para bases navales y carboneras, en virtud del cual se establece la base naval de Guantánamo, en 1903.
En la década de 1920, las empresas norteamericanas se instalan en los principales sectores de la economía cubana, situación que se mantiene hasta 1959 cuando, con la llegada de Fidel Castro al poder, comienzan las primeras desavenencias.
Castro visita Estados Unidos en abril de 1959 por invitación de la Asociación de Editores de Periódicos y se entrevista con el vicepresidente Richard Nixon.
Comienza un conflicto de escalada vertiginosa. Washington aprueba acciones encubiertas contra Cuba y Castro nacionaliza las empresas norteamericanas en la isla.
Estados Unidos rompe relaciones con Cuba el 3 de enero de 1961, cuando ya patrocinaba y entrenaba una invasión de anticastristas que llegaría a Bahía de Cochinos el 17 de abril de ese año y sería derrotada en tres días. En 1962 Washington pone en vigor el embargo contra Cuba, continúa fomentando acciones encubiertas y logra la expulsión de Cuba de la OEA. En contrapartida, Castro apoya guerrillas y movimientos de izquierda en América Latina. Ese mismo año, en octubre, se produce la crisis de los misiles soviéticos en la isla, que pone al mundo al borde del holocausto nuclear.
Washington aprueba en 1966 la ley de Ajuste Cubano, que privilegia la emigración de la isla y posteriormente las Torricelli (1993) y Helms-Burton (1996), para endurecer el embargo. La Habana exige una indemnización de 121,000 millones de dólares por daños del embargo y acciones encubiertas. Además de ser el ‘enemigo’ durante más de medio siglo, Estados Unidos es el principal receptor de emigrados cubanos, con una comunidad de cerca de 2 millones de personas.
Redacción: La Nota-Latina
Fuentes consultadas: El Nuevo Herald/Leo Noticias
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