La gran fiesta del fútbol americano en Estados Unidos el próximo año será en Las Vegas, y una nueva atracción espera a los fanáticos que lleguen hasta el desierto de Nevada en febrero para el espectáculo deportivo o en los próximos días para celebrar la llegada del 2024: la enorme Sphere o Esfera, justo detrás del hotel Venetian.
Inaugurada durante el verano del 2023, Sphere es una enorme – gigantesca, para ser más tratar de ser precisos – sala de conciertos, con capacidad para 18,000 personas, y que a diferencia de otros “venues” en esta ciudad, el edificio mismo es también un show, porque su exterior está totalmente cubierto por luces de tipo LED que al mirarlas desde lejos crean todo tipo de imágenes y sofisticados colores.
Con una inversión multimillonaria, el edificio es propiedad y es gerenciado por MSG, los mismos dueños del Madison Square Garden y del Radio City Music Hall de la ciudad de Nueva York. El nuevo espacio de ocio en la ciudad de los casinos tiene dimensiones que asustan: 112 metros de altura por 157 de ancho y es considerado el edificio esférico más grande del mundo. Se aprecia de lejos – tanto de día como de noche – gracias a su pantalla exterior que recubre la fachada como una segunda piel con más de 50 millones de luces LED que ofrecen imágenes con un nivel de brillo y resolución que, según dicen los dueños, “es 32 veces más que el de la mejor televisión de alta definición”.
En los últimos meses la famosa banda irlandesa U2 se ha estado presentado en Sphere, y ya los periodistas de espectáculos especulan sobre quien será el próximo artista que se apoderara de esta sala – unos apuntan hacia Beyonce, otros a Lady Gaga. Pero mientras tanto, si no tiene boletos para un concierto, aún tiene la posibilidad de experimentar de cerca esta maravilla de la tecnología gracias a “The Sphere Experience”, que ofrece la entrada a la estructura, interactuar con robots, tomarse un selfi inmersivo y ver una película llamada “Postcard from Earth”, o “Postal desde la Tierra”.
Darren Aronofsky, director nominado al Oscar, creó la película con efectos especiales. La obra presenta al público como viajeros espaciales terrícolas, que al despertar de una animación suspendida reciben del bot de inteligencia artificial de su nave un recuerdo sobre cómo era la Tierra. Es una excusa para presentar una serie de escenas impresionantes, para el disfrute de los que están cómodamente sentados en el interior de Sphere, captadas en los siete continentes. Aronofsky pasó más o menos un año utilizando una cámara de 316 megapíxeles recién inventada, bautizada como Big Sky, para captar imágenes asombrosas de la naturaleza, la industria y las creaciones arquitectónicas del ser humano. Todo ello a 120 cuadros por segundo.
En una entrevista reciente, el director dijo hacer la película fue una apuesta tanto a lo grande, con volcanes, como a lo pequeño, con insectos. “La claridad de esto es muy peculiar”, destaca sobre la experiencia del público. “A 60 metros de ti hay una mantis religiosa de 30 metros de altura perfectamente nítida. No podrías experimentar eso en la vida real”.
Detrás de la enorme pantalla se encuentran cientos de altoparlantes o cornetas que hacen que disfrutar la película sea realmente algo fuera de este mundo. ¡Hasta los asientos retumban cuando los enormes elefantes cruzan de un lado a otro de la pantalla!
El futuro hoy
Antes de entrar a la enorme sala y disfrutar de la película, los visitantes pueden pasar un rato interactuando con sofisticados robots que se encuentran a lo largo y ancho del primer piso de Sphere.
Con cada robot puede aprender algo nuevo sobre tecnología y darle una mirada al futuro. Si quiere, con ayuda de uno de los embajadores del lugar, puede hacerle una pregunta que seguramente tendrá una respuesta sorprendente.
También hay un par de estaciones desde donde su cuerpo es escaneado y se le agrega un video del lugar, para que pueda luego compartir por correo electrónico con sus amigos y familiares algo de esta espectacular sala.
Y es que hasta las escaleras mecánicas en este lugar llaman la atención. Y los precios, claro está: los precios varían según el día de la semana, y pueden comenzar en $50 hasta los $80, a lo que hay que sumarle impuestos y otros fees. Y si el edificio es algo del otro mundo, los precios de bebidas y comidas en los concesionarios del lugar también lo son, así que trate de llegar sin hambre y sin sed.
Rafael Palacio es periodista especializado en viajes, y reside en Orlando. Para consejos sobre lo que puede hacer en la Florida Central sin gastar mucho dinero, siga en Facebook “Prohibido Aburrirse”.
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