Las mascotas pueden desempeñar roles muy diferentes en todas las etapas de la vida de un individuo. Si bien, la compañía puede ser el tema subyacente de vivir con una mascota, compartir la vida con un animal puede tener un impacto mayor y más específico dependiendo de su edad y necesidades. Para los dueños mayores, los perros pueden calmar la soledad y proporcionar comodidad en el momento justo. En el Centro para Ancianos Sunrise en Chevy Chase, Journey, Maryland, un perro de 6 años rescatado justo a tiempo de la eutanasia, saluda a los visitantes, se acurruca con los residentes que necesitan compañía y trota junto al grupo en caminatas.
Responsabilidad y vínculos
Aunque ser dueño de un perro a los 20 años puede parecer una responsabilidad demasiado grande, puede traer recompensas inesperadas. Al principio, Clare Ubersax, una joven de 23 años que vivía en Birmingham, Alabama, dudaba en adoptar al perro Ruby de 4 años: “Parte de mí sabe que adoptar un perro de solo 6 meses fue una decisión irresponsable, luego mi mi primer trabajo y aún sin una cuenta 401k”, se ríe Ubersax, pero el impacto que Ruby ha tenido en su salud y felicidad ha demostrado ser invaluable. “Con Ruby, todo está lleno de amor, y hace que lo difícil de mi transición a la edad adulta como trabajar muchas horas y pagar facturas se sienta mucho más fácil y ligero”, sostiene.
Los perros son criaturas muy cariñosas: desarrollan vínculos profundos con sus dueños, a menudo nos enseñan más acerca de la compañía y el amor de lo que podríamos haber esperado. Pero los perros muestran un apego especial por los niños, y hacen un esfuerzo adicional para protegerlos a toda costa. Y ahora, la investigación sugiere que crecer con un perro puede tener un impacto tangible y positivo en la salud y la felicidad de los niños.
Según un estudio realizado por la Academia Estadounidense de Pediatría, los niños que viven en hogares con perros (¡y gatos!) son más saludables en múltiples casos: “Los niños con contacto precoz con el perro parecen tener menos síntomas y enfermedades infecciosas respiratorias, especialmente infecciones del oído, y necesitaba un ciclo más corto de antibióticos”. La coexistencia con perros parece dar a los niños una mayor resistencia a las infecciones, y también se encontró un resultado similar con los gatos domésticos. “Tener gatos también mostró un efecto protector en los bebés, pero no tan fuerte como el de los perros”.
Inmunidad, cuidado y compasión
Del mismo modo, una investigación realizada por el Departamento de Pediatría de la Universidad de Wisconsin descubrió que “la exposición a los perros en la infancia, especialmente alrededor del momento del nacimiento, puede influir en el desarrollo inmune de los niños y reducir la probabilidad de ciertas enfermedades alérgicas”, como el eccema y el asma.
Además de los beneficios para la salud física, la socialización temprana con perros puede ayudar a los niños a aprender sobre el cuidado y la compasión, según Gabrielle Feldman, del Centro Drake de Atención Veterinaria. En un estudio sobre mascotas en el salón de clases de American Humane Association, los maestros observaron constantemente el desarrollo de “simpatía, empatía, responsabilidad, compasión por los seres vivos, [y] cuidado amoroso” en las interacciones de los niños con las mascotas en el salón.
En términos de felicidad y salud mental, se cree que los animales de compañía mejoran el bienestar emocional de los propietarios y disminuyen la probabilidad de estrés y ansiedad, incluso en los niños. “Tener un perro mascota en el hogar se asoció con una menor probabilidad de ansiedad infantil”, concluye un estudio del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades.
Todos estos hallazgos justifican una mayor investigación, pero crean un caso prometedor para los impactos positivos que una mascota puede tener incluso en los propietarios más jóvenes. Si creció con una querida mascota de la infancia, es probable que ya sepa que esto es cierto.
Fuente: Southern living
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