“Accolades”, el premio que reconoció a Silvia C Rodríguez | La Nota Latina

“Accolades”, el premio que reconoció a Silvia C Rodríguez

 

Por petición de algunas amistades, decidí contarles en este relato la historia de mi premio “Accolades”, el que exhiben  las compañías en el  vestíbulo donde con fotografías,  los mejores son reconocidos. La compañía Grange, me lo otorgo y no creía en mí.  Conoce mi historia.

Por petición de algunas amistades y aunado a que mucha gente ha visto las publicaciones de mi esposo en las redes sociales sobre un reconocimiento que recibí en mi trabajo, después de mucho pensarlo y con la intención de compartir esta maravillosa noticia con todos mis amigos, decidí escribir unas palabras al respecto.

“Accolades”, el premio que reconoció a Silvia C RodríguezLos que me conocen saben que uno de los grandes placeres de mi vida es el café. Una mañana de trabajo, fui a la cafetería a comprar uno, de regreso paré en el vestíbulo de la compañía donde exhiben las fotografías de los empleados premiados con los reconocimientos llamados en inglés “Accolades”.

Mientras tomaba mi bebida bien calientita, leía las semblanzas de los ganadores. Un compañero de trabajo se acercó a mi lado y dijo: –tú deberías estar allí, en el muro de la fama. –Mi respuesta acompañada de una carcajada fue: –lo dudo, si yo apenas tengo un año trabajando para Grange.

El comentario de mi compañero desencadenó una serie de preguntas en mi interior. ¿Cómo una persona como yo, podría ganar un premio así? ¿Entre tantos empleados, porque me nominarían? ¿Yo, cuando mi primer idioma es el español? ¡Sólo en sueños me otorgarían un premio de esa magnitud, quizás en 20 años de servicio!

¡Que equivocada estaba! En días pasados me enteré de que recibiría el galardón, ¡ser seleccionada entre 178 nominados! ¡Que honor!

Camino a “El Accolade”

“El Accolade” me hizo reflexionar y viajar un rato al pasado de mi vida. Les comparto, algunos de los muchos pensamientos que cruzaron por mi mente.

Mi vida laboral la inicie en un restaurante, a los 15 años me convertí en la cajera del negocio. En ese tiempo vivíamos en la granja de mis padres. A las 6:00 de la mañana salía de camino a tomar el autobús Chihuahua Aldama, tenía que estar muy puntual, a las 7:00AM. El camión pasaba cada 45 minutos, si lo perdía, no llegaría a tiempo a la secundaria, cosa que yo no toleraba; alrededor de las 4:00 de la tarde, de regreso por el mismo camino terregoso, me daba tiempo de pensar unos 30 minutos, que era lo que duraba el trayecto –todo esto es por algo, todo esto tiene que ser por algún motivo. No me pregunté que podría ser ese “algo”, solo repetía las mismas palabras día tras día, sobre todo durante el tiempo de calor, frío o viento intenso.

Al iniciar el bachillerato, regresamos a la ciudad de Chihuahua, el “bulling” que recibí de bienvenida en la escuela, pues  yo era “la rancherita”, no me impidió seguir estudiando y trabajando, de alguna forma u otra para ayudar a mi mamá con los gastos de la casa. En la universidad la presión aumentó de sobre manera, no solo tenía que conservar un buen promedio para mantener una beca de estudios, sino que se presentó la posibilidad de obtener un trabajo en mi carrera, cursaba el segundo semestre en la Facultad de Contaduría y Administración, cuando el señor Eduardo Herrera me dio la oportunidad de trabajar en su despacho de contadores.

“Accolades”, el premio que reconoció a Silvia C Rodríguez
Silvia y su esposo Gus.

Durante el tiempo que estuve en la UACH, el esfuerzo físico y mental fue exhaustivo, hasta llegar al punto de terminar en el hospital, eso sí, rogándole al doctor que me diera pase de salida, ya que no podía faltar a la clase de impuestos. Las horas de sueño eran limitadas, en promedio descansaba cuatro horas al día, ya para ese entonces, el dueño de mi tiempo y mi energía era una reconocida firma de auditoría. Nunca olvidaré las palabras de mi jefe al momento de comunicarme mi revisión de sueldo: –tu remuneración es del 10% en efectivo y el 90% con conocimientos. Yo no me quejaba, para mí, siendo aún estudiante, era una gran bendición tener un trabajo profesional, me sentía orgullosa de ello, y aun lo estoy.

Con el título profesional, llegaron más ofertas de trabajo. El puesto que acepté fue el de Supervisor de Finanzas en una compañía de manufactura aeronáutica. “Invertí” cada día un promedio de 12 horas de mi vida en la maquiladora, si mi memoria no me falla, fueron cuatro años. Durante el último año de servir para Aerotec, me casé con el hombre que conquistó mi ser, Gus.

Un día inesperado, recibí una noticia, ¡mi esposo tuvo una oferta de trabajo en los Estados Unidos!

Los pros según mi perspectiva eran: yo aprendería inglés, el pago que recibiría Gus sería “generoso”, al finalizar el contrato, regresaríamos con dinero suficiente para dar el enganche de una casa. ¡Por fin lo lograríamos!  Mi marido tenía otro punto de vista muy distinto al mío: ya no me vería esclavizada a un trabajo, cada día más enferma, sin un balance en nuestras vidas.

Los contras de aceptar la propuesta de trabajo eran: renunciar a mi puesto, el estar lejos de los míos y el temor a lo desconocido.

Un diez de mayo de 1999, al caminar por el pasillo que conducía a la entrada del avión, giré para despedirme una vez más de mis padres, mientras les decía adiós con la mano, noté lágrimas rodar por la cara de mi mamá. –¿Por qué llora? Regresaré en siete meses –me perturbó esa imagen de mi madre, esa fue la primera vez en mi vida que la veía llorar.

Intenté dormir en el trayecto, la emoción no me permitía relajarme, solo podía pensar que pronto abrazaría a Gus. Mi viaje se retrasó por dos semanas, a petición de mi jefe, me quedé más tiempo para ayudarla a encontrar mi reemplazo.

A mi llegada, retrocedí, la niña miedosa e insegura de cinco años que se suponía ya dormía en el pasado, despertó. Gus no estaba en el aeropuerto. –¿Qué voy a hacer? No me puedo comunicar con nadie, no entiendo el idioma. ¿A dónde le hablo? ¿¡Que voy a hacer!? No tengo un número a donde hablarle y si lo tuviera ¿de qué me serviría?, ¡ni si quiera sé cómo usar un teléfono público! ¡Dios mío!

Por fortuna, una señora se convirtió en mi ángel, ella me llevó a la recepción y allí, bastó con pronunciar el nombre de mi esposo para que, en segundos, se escuchara por todo el aeropuerto. En un momento él apareció. Al verlo lo abracé con alivio y Gus me ofreció una explicación. El jefe demoró en darle el aventón.

Entramos a nuestro departamento, un montón de ropa sucia en un rincón, una cama sin vestir y trastes sucios en la cocina fue mi primera impresión. Me senté en la alfombra y hecha bolita tomé mis piernas. Gus me preguntó si tenía frío, pues una minifalda no había sido la mejor opción para viajar ese día, nevaba y las temperaturas estaban aún bajo cero en Minnesota, y si lo están pensando, les confirmo que así fue, en pleno mes de mayo. Al poco tiempo compramos un sillón, una mesita de centro y un par de bancos, todo era usado. A los lados de la cama coloqué un par de cajas de cartón que funcionaron como burós.

El primer mes, fue deprimente, sin comunicación con los míos, sin televisión, ¡sin trabajo!  Los días se traducían en largas horas de espera a que Gus regresara del trabajo. Tal vez parezca increíble, pero el miedo de perderme en el centro de Minneapolis me impedía salir del departamento.

¿Todo ha sido negativo? Por supuesto que no, poco a poco, fui adaptándome a una nueva vida, vendí mi carro en México para poder ir a la Universidad de St. Thomas y más adelante asistí a la Universidad de Harvard, lo que me parecía imposible de aprender, lo aprendí, el inglés.

Comenzamos a vivir una aventura, conocimos lugares nuevos, aprendimos sobre muchas culturas, disfrutamos de platillos diferentes de comida, bebidas, nos tocó admirar nuevos paisajes y sentir distintos tipos de clima; fuimos y seguiremos asistiendo a eventos deportivos, como olvidar el estadio de los Vikingos, el “Metrodome”, ese lugar parecía retumbar por los gritos de los fanes, o el famoso “Fenway Park” de las Medias Rojas de Boston, nos hicimos seguidores cautivos del “Crew” de Columbus.  En un período de 14 años construimos un patrimonio, con la caída de los bienes raíces, casi despareció por completo así que, empezamos de nuevo. Perdimos empleos y buscamos nuevos. El trabajar en un hospital donde podía ver todos tipo de animales, fue una experiencia maravillosa. Después de un sinfín de contratiempos y varios miles de dólares, nos hicimos ciudadanos americanos… son tantas las vivencias, que tendría que escribir un libro entero para compartirles con mayor detalle.

“Accolade” mucho más que un galardón

Retomando el tema, ¿recibir el “Accolade” es de lo mejor que me ha pasado? No lo sé. Lo que sí puedo decir es que este premio, me permitió hacer una pausa para reflexionar. Para mí representa mucho más que un galardón, es el reflejo de muchos años de trabajo, a través de él, he recibido el regalo de creer en mí, de saber que no soy menos que nadie en este país.

Todos tenemos capacidades diferentes, lo indispensable es perseverar en ellas y usar los obstáculos que se presentan como un trampolín para brincar más alto.

¿El “Accolade” quiere decir que soy exitosa? Con sinceridad les digo que no lo considero así. Si volteo hacia arriba, veo los logros de mis compañeros de la universidad, mis colegas son ejemplo claro de crecimiento profesional y cuentan con toda mi admiración; pero si volteo hacia los lados, y aunque no puedo compararme con ellos, están allí, justo al lado mío.

“Accolades”, el premio que reconoció a Silvia C Rodríguez
Con sus libros infantiles.

A lo largo de este camino, Gus y yo hemos crecido como matrimonio y en general como seres humanos. Le doy gracias a Dios por las bendiciones, las enseñanzas y la gente que nos rodea, seguiremos construyendo valiosas amistades, no tengo la menor duda.

Estoy agradecida con la empresa que me ha dado la oportunidad de ser parte de su equipo, valoro la cultura que se vive en Grange, donde a parte de la misión empresarial, ayudan a la comunidad, se preocupan y ocupan por el bienestar de los empleados. Me encanta ser testigo de los valores desplegados por doquier:

Comunicación abierta, ser un solo equipo, hacer las cosas con excelencia, resolver con creatividad para el futuro y hacer lo correcto.

Para terminar, quiero expresar desde el fondo de mi corazón que tengo mucho por aprender, metas que lograr y aún sigo en búsqueda del objetivo de mi vida.

Por lo pronto, trato de dar lo mejor que puedo de mi ser, vivo a plenitud al lado de mi amado esposo y disfruto de cada instante, ese es mi verdadero éxito.

Con humildad les doy las gracias a todos por leer mi reseña.

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13 comentarios sobre «“Accolades”, el premio que reconoció a Silvia C Rodríguez»

  1. Silvia, what a beautiful, moving, and inspiring story. Que gusto leer tus relatos. Gracias por compartir y muchas felicidades por tantos éxitos y por los que quedan por venir. Saludos y abrazos, gran mujer!

  2. Hola Silvia… Eres una inspiración para todos, especialmente para nosotros los inmigrantes que venimos a los Estados Unidos en busca de una vida mejor. Estoy muy orgullosa de conocerte.

  3. Muchas felicidades Silvia. Gran historia de vida, siempre superándote y buscando la felicidad. Me identifica mucho porque yo también vengo de una familia modesta, con mis padres como modelo a seguir. Felicidades nuevamente.

  4. Silvia, tu relato accolade, me gustó mucho está ameno y emotivo, una forma de escribir que expresa tus sentimientos. Felicidades!!

  5. Una historia realmente inspiradora de mucho trabajo, perseverancia y disciplina! Que orgullo!! Gran ejemplar para las generaciones jóvenes .

  6. Muchas felicidades Silvia
    Muy merecido tu reconocimiento
    Uno de los muchos más que vas a recibir en tu vida
    Por tu gran talento y responsabilidad que pones siempre en todos los aspectos de tu vida

  7. Muchísimas felicidades Silvia; me siento muy orgulloso de tener el gusto de conocerte, representas lo mejor de los mexicanos en el extranjero.
    Un saludo afectuoso.
    Desde Gdl México.

  8. Muchas felicidades Sílvia, gran talento Orgullosamente Chihuahuense,
    Como mujer has ido creciendo intelectual y espiritualmente pero Dios te complemento en el camino con una gran media naranja: Gus Bendiciones a los dos 🙏🏼

  9. Lejos de ser deleznable, es digno de sentir orgullo por representar nuestra sangre en tierras ajenas. Es la nueva generación que esta cambiando la forma de pensar del mexicano, interna y foránea. No permitas que el temor a los cambios o a las cosas nuevas sean impedimento para crear mas, lograr mas, ser mas. Felicidades, Y ese temor es solo la primera vez, de aquí en delante solo hay que mirar al frente, que es el destino que te haces tu misma.

    Muestra lo bello de tu persona, en pensamiento y obra, a través de la palabra escrita. en mi opinion, te aconsejo: date el gusto de ofrecer una satisfacción de pensamiento, siempre y cada que te lean. Esa es la clave de un escritor, lograr crear la misma sensación cada vez que eres interpretado por medio de la lectura.

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