Lo positivo de la cuarentena, un relato de Silvia C Rodríguez | La Nota Latina

Lo positivo de la cuarentena, un relato de Silvia C Rodríguez

Hace un par de meses tuve una charla con mi papá sobre lo que estaba aconteciendo en China con respecto al Coronavirus; comentábamos lo lamentable que era la situación. En ese momento, no imaginé que muy pronto nos tocaría vivir en medio de tan terrible pandemia.

Por primera vez en mi vida me encuentro en cuarentena, durante este tiempo me he dedicado a reflexionar y me formulé una serie de preguntas, sin encontrar una respuesta exacta. Me gustaría compartir un poco sobre una de ellas.

¿El mes de marzo del 2020, pasará a la posteridad como una fecha importante? Yo opino que sí, esta batalla contra el temible virus ha cobrado muchas vidas y lo sigue haciendo, el COVID-19 continúa estrujando la economía mundial, ha separado familias y dejado muchos corazones rotos de dolor y con huecos imposibles de llenar. A pesar de vivir ésta triste realidad, por mi bienestar mental quiero enfocarme en cosas buenas, así que intento seguir el consejo de mi esposo: encontrar algo positivo de las malas situaciones.

***

Yo veo unión, estamos separados físicamente de nuestros seres queridos, pero unidos en el amor. Muestras de apoyo entre vecinos y comunidades no dejan de emerger. He visto a un cúmulo de personas que, sin dudar, se enlistan al frente de esta guerra silenciosa, todos con el deseo de ayudar a los demás; desde los doctores, hasta el personal de limpieza de hospitales; agricultores, trabajadores de supermercados y carteros, por mencionar algunos. Todos ellos se pusieron su capa de súper héroes, conscientes de que tal vez sus poderes no son tan fuertes como para vencer a el virus enemigo. Muchos de esos héroes han trabajado horas extenuantes, que con valentía han salvado vidas, dejando la suya en la lucha.

En diferentes colonias, se crearon grupos de apoyo, una despensa virtual por citar un ejemplo. En mi vecindario he visto letreros de agradecimiento, las muestras de cariño se manifiestan cada día, a través de compartir un regalo, platicas por teléfono e intercambio de favores y cartas electrónicas con mensajes de ánimo, arte, o recetas de cocina.

Artistas se han dado a la tarea de crear campañas de concientización a través de sus dibujos, pinturas o su música.

Muchos empresarios y patrones se han mostrado solidarios con sus empleados, sus clientes e incluso con la comunidad, aportando ayuda económica, bienes y servicios o proporcionando los medios para trabajar desde nuestras casas.

He visto por primera vez como algunos líderes políticos se unen en la batalla para servir verdaderamente a su pueblo. Dirigentes religiosos, terapeutas, entrenadores de vida, están más que nunca al pendiente del bienestar espiritual de sus pacientes y discípulos.

Las familias se han reencontrado, padres e hijos conviven como antes no lo hacían, ahora comparten su tiempo entre juegos, libros, comidas, manualidades y consuelos.

La contaminación ambiental se ha reducido, quiero creer que la naturaleza lo agradece. Y muchos de nosotros nos hemos llenado de tierra las manos relajándonos en la jardinería.

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Yo, continúo confinada en mi hogar, con mi esposo y mis mascotas. Han transcurrido tres semanas de distanciamiento. Aun y cuando los días lluviosos, han dominado a los soleados, he tenido la fortuna de salir a pasear a mi perrito unos minutos cada día. No puedo negar que, siendo una mujer sensible, durante esas caminatas he dejado rodar mis lágrimas al respirar un ambiente de tristeza.

Le agradezco a mi esposo por su constante apoyo y espíritu de alegría que derrama en mi vida. Con el favor de Dios, cuando lleguemos al ocaso de nuestras vidas, espero recordar el día de ayer, un tercer domingo de aislamiento, en el que decidimos vestirnos de gala, prender velas, brindar por nuestras bendiciones y bailar juntos. Solos, vivimos ese momento con risas y abrazos, perdidos en el ritmo de la música y cobijados con nuestro amor, sin pensar en el caos.

Espero que esta crisis mundial cultive en todos nosotros un aprendizaje de vida, para no perder de vista nuestra balanza interna, y que de hoy en adelante la tengamos equilibrada entre el afecto y el dinero, entre el bienestar material y el espiritual, entre el trabajo y la familia, entre el amor propio y hacia los demás. Y si no es posible equilibrarla, que el peso se cargue hacia el platillo del amor.

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Silvia Rodríguez
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