Un domingo, sentado en su mecedora y rodeado de sus nietos, mi abuelo “Papachu” nos contaba que tuvo un amigo que se llamó Nicasio, dueño de una bodega y era cojo. Él estuvo perdidamente enamorado de la costurera Rosa, pero nunca se lo confesó por temor a un rechazo debido a su condición física. Aunque había un sentimiento mutuo, nunca pasaron a la acción y, como resultado, ella se cansó, terminó en brazos de otro y él solo. Mi abuelo repitió una y otra vez: “¡Los deseos no preñan!”, para concluir su relato.
Éramos muy pequeños para entender las lecciones que mi abuelo intentaba transmitirnos. La vida se compone de realidades e ilusiones. “Los deseos no preñan” es una expresión coloquial que advierte que tener deseos o aspiraciones no garantiza su materialización. Nicasio se quedó atrapado en su anhelo de tener a Rosa a su lado, sin convertir su deseo en una acción concreta.
Por lo tanto, la acción es el vínculo que une los deseos con la realidad, permitiendo que lo que solo habitaba en la mente, disfrazado de un sueño, se convierta en una realidad palpable. Sin embargo, el problema surge cuando nos quedamos solo en el mundo de los sueños, esperando que por arte de magia se cristalicen. Frotando la lámpara.
Gentiles lectores, esta expresión es utilizada para recordar a los emprendedores y empresarios que para alcanzar sus objetivos, ya sea en el mundo de los negocios o en el ámbito personal, exige más que simplemente deseo. Implica esfuerzo, trabajo arduo, planificación y, a menudo, superar obstáculos. Además, es una forma de desinflar las expectativas excesivamente optimistas y recordar que lograr algo conlleva un proceso realista y a menudo desafiante.
“Los deseos no preñan” nos advierte que la acción es el catalizador que transforma las aspiraciones en logros tangibles. Es un recordatorio poderoso de que el éxito se construye a través de acciones consistentes y comprometidas. Aplícalo en tu vida y en tus emprendimientos, y recuerda que cada paso que das acerca tus deseos a la realidad que quieres alcanzar. Aquí les presento algunos consejos basados en estas premisas:
Toma acción: El esfuerzo constante y el trabajo arduo son esenciales para el éxito. No basta con tener una idea genial; debes trabajar diligentemente para llevarla a cabo. La consistencia y la dedicación son claves.
Aprende de los fracasos: Estos son oportunidades de aprendizaje. En lugar de sentirte desanimado si las cosas no salen como deseabas, analiza lo que salió mal y cómo puedes mejorar en el futuro. A veces, los fracasos pueden ser trampolines para el éxito.
Adapta y ajusta: El camino hacia el éxito rara vez es lineal. Debes estar dispuesto a adaptarte y acoplar tu enfoque según las circunstancias cambiantes del mercado y las necesidades de los clientes. El éxito requiere más que simples deseos. Implica una combinación de planificación, acción, adaptación y persistencia. Mantén una mentalidad positiva y enfócate en tomar medidas concretas para lograr tus objetivos y, sobre todo, pon tus proyectos en manos de Dios.
En la Biblia, ese libro al que hacemos referencia, este versículo no puede ser más motivador para no sentarse y esperar que las cosas pasen, porque la fe en ti mismo y en Dios puede ser una fuente de fortaleza: “Levántate, porque esta es tu obligación, y nosotros estaremos contigo. ¡Anímate y pon manos a la obra! Esdras 10:04.
Gracias, gracias, gracias por leerme, compartir nuestros relatos y publicitarse con nosotras. Recuerden que aquí estamos para redactarles una nota de presentación, la entrevista que les ayudara a potenciar sus marcas, llevarles sus redes sociales desde cero o escribirles su historia y convertirla en un libro.
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