Seis varillas & Buddha: receta al extranjero | La Nota Latina

Seis varillas & Buddha: receta al extranjero

Yo! I cannot believe this, it is often the things that you want that takes longer to achieve, or como dice Oscar Wao: “is never the changes that you want that changes anything.”

I didn’t have to wait for el año nuevo para darme cuenta que esperar requiere tener un extremo de paciencia. Mami dice que la paciencia se acaba, yo digo que regresa como los exes (a.k.a perros perdidos). En estos días estoy enseñando en mi clase sobre el Budismo, internalizando el proceso de querer más, anhelar, y esperar al mismo tiempo… sufriendo. Por eso dejé a alguien más robarme la silla en el tren, y que otro me empujara mientras entraba en la guagua voladora. What do you expect? Buddha said desires lead to suffering, si no quiero nada no tengo que pasar pelas…pero, ¿cómo se lo explico a los hispanos? O mejor dicho, a una familia dominicana en el extranjero cuando cree más en los mitos, las leyendas sobrenaturales, y santos.

El caso es que mi familia está por hacer una casa en la madre tierra. Celeste, la prima en rolos dice con furia:“yo no puedo poner allá cuando vivo aquí”, mientras los viejos planean su retiro en la comodidad de tierra paraíso. Ellos anhelan una casa— ese mundo paralelo de añoranza. Tú sabes; un patio donde rodar y se puedan sembrar mangos, donde no lleguen los vecinos chismosos, ese lugar que siempre han construido en el mantel de su mente. Una marquesina donde contar cuentos de antaño. Casa con un cariño inagotable, colores chillones y escandalosos, ventanas donde se puedan rescatar los sueños. Quieren el recuerdo mismo, la nostalgia que se despierta con Sonia Silvestre, darle trabajo a un wachiman, darle paz a su inalcanzable meta.

En este caso el Buddha, el original, el de la India diría: el deseo causa sufrimiento, la vida es un sufrimiento, hay que encontrar nirvana. Por otra lado, el Buddha Dominican power responde: póngale más cemento a esa vaina mi brother, ¡el mundo se va acabar mañana!

De estos dos sabios, íconos del mundo mundano, mi familia sigue al segundo y ya tiene planes para mandar a hacer su cortina con la comadre en Washington Heights y sus cuestiones. Que todo quede chevere nice ¡Pero cuánto cuesta soñar! No alcanza la vida, ni el dinero que se tiene para construir todo tan rápido.

¿En cuál país se produce la paciencia con rigor? Busco la respuesta mientras los veo hablar de las paredes y las medidas  que quizás, one day, algún día, uno tan pero no tan lejano, los reciba como novio en el aeropuerto.

“Respiremos profundo y echemos una gota de Don Dinero por todo los rincones para que la prosperidad y el dinero fluyan. “Pá que me den los chelito y terminar la casa”, dice el abuelo Ramón.

Me parece buena idea, brillante, ¡excelente Mega Mind o mente maestra, crucemos los brazos y hagamos de cuenta que nunca nos fuimos, que nos espera la vida, tal y como la dejamos, con mucho pintalabio y buen cutis.

Es obvio. Anhelar es como una enfermedad contagiosa de los que estamos en el exilio. Vivimos mordiendo recuerdos. Nunca estamos aquí. Siempre estamos allá. Estar conforme se hace difícil cada día, cada noche, cada tarde. La paciencia se monta en un motor 70 y se va sin permiso. Aquí quedamos nosotros con nuestros muertos, recuerdos y olvido. Aquí estamos nosotros anhelando lo que parece que tal vez fue algo y no se dio.

No te puedo mentir, en las noches cuando sus cuerpos reposan en el colchón, hay un viento que sopla por el apartamento como si viviera aquí. Una mariposa se lleva sus sueños, esos anhelos de extranjero que se guardan al lado de sus rosarios, maletas, recibos de cables, zapatos usados, velas aromáticas y bacinillas con polvo.

Los veo sonreír mientras voy a tomar agua fresca a media noche. Suenan como coro de iglesia, una sinfonía de ronquidos disparejos. A pesar de todo suenan conformes. Suenan que están allá.

I am not that naive, muy bien sé que los anhelos no terminan en las construcciones, ni paredes, también siguen en las expectativas de la vida.

Quizás, cuando no deseen algo, les llegará más rápido.

Quizás, el Buddha dominicano es la respuesta: ¡póngale más varilla mi loca, la vida es solo una!

 

@mujerconvoz_poetry

Fior E. Plasencia
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